Un millón de besos
salieron volando
desde mi ventana.
Les dije que se apuraran,
que el viento era propicio,
que era el momento...
Tomaron envión con el Pampero,
y se elevaron alto
por encima de las nubes.
Algunos, perezosos,
se acostaron a descansar
sobre el colchón de algodón.
Otros, más audaces,
se fijaron a las aves
para avanzar más rápido...
Pero todos,
antes o después,
llegarán a destino...
Cuando el Tramontana
golpee a tu ventana
déjalo entrar...
Un millón de besos,
nacidos en tierras lejanas,
te vienen a saludar...
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